Comencé este blog en el verano de 2017 con la idea de ir añadiendo escritos con mis reflexiones y practicar mi escritura. Pronto decayó mi motivación y detrás de ella se fueron los números: dejé de publicar. Fue de nuevo este año —que hoy acaba— que volví a publicar, apenas una entrada, dejando la llama encendida. Sin embargo, durante este tiempo he escrito más cosas que no he llegado colgar aquí y que puede que a lo largo del año revise y acabe publicando; quién sabe.
Hoy publico una breve recapitulación de lo que ha sido para mí este año. Pensé en no publicarlo: «¿Qué sentido tiene compartir una retrospectiva de un año en el que apenas he publicado una entrada?». Pero siento que es un ejercicio interesante y que ya tengo bastantes excusas para no subir lo que escribo. Y además: yo no obligo a nadie a leerlo.
Al lío
Este año que acaba ha sido uno de los más importantes para mí en lo personal. Citaré por encima algunos de los asuntos más relevantes, para dotar de contexto al escrito, pero me centraré más en aquellos aspectos que intuyo más universales, a pesar de que también los viva intensamente.
Pasé de un año a otro en medio de una crisis importante. Una vez comencé a ver la luz al final del túnel, me fui dando cuenta de que atravesar dicha crisis me regaló una mayor apertura hacia el mundo y hacia las personas que me rodean. La vida me ha enseñado que todas las cosas están estrechamente conectadas, incluso las que menos me esperaba; pero sobretodo las que veo con claridad, aunque no quiera verlas. Una vez tomada una decisión pendiente que desde hacía tiempo me mantenía congelado y paralizado, comenzaron a desbloquearse un buen puñado de aspectos en mi vida. Dejé una relación sentimental en la que no me encontraba a gusto y regresé a vivir a València. A partir de ahí, muchas cosas en mi vida simplemente se transformaron.
Voluntariado y cooperativismo
Al poco que llegar a mi nuevo vecindario descubrí que tenía cerca de casa la tienda de Som Alimentació, que funciona a modo de cooperativa. La razón de ser de esta cooperativa es devolvernos a los consumidores la soberanía sobre lo que compramos y consumimos, especialmente en lo que respecta a alimentación, pero también higiene y cuidado personal, limpieza del hogar, etc. Los productos a la venta cumplen unos criterios que fomentan el comercio local, el apoyo a agricultores, artesanos y pequeños negocios de la zona, el respeto al medio ambiente, el consumo ecológico y el comercio justo, entre otros.
Es un proyecto del cual, a día de hoy, me siento orgulloso de formar parte. Como socio voluntario colaboro en el equipo de tienda, donde apoyamos la labor de las trabajadoras para hacer que el proyecto sea viable, lo que está siendo en sí una experiencia muy enriquecedora. Después de casi un año de participación, me alegra decir que me siento esperanzado al comprobar que este tipo de proyectos colaborativos son una realidad. Si queréis más información podéis seguir en enlace del párrafo anterior.
Desarrollo personal
En otro orden de cosas, aunque comencé mi formación como terapeuta Gestalt ya en el 2018, este año ha sido, sin duda, el año en el que he comenzado realmente a apreciar y sacar partido a todo lo que este enfoque terapéutico ofrece. Centrado en lo que nos sucede, lo que necesitamos y lo que queremos, este abordaje terapéutico humanista trabaja con el presente, con la experiencia del aquí y ahora y la relación terapeuta-paciente como material y escenario para aumentar la conciencia sobre nosotros mismos y así asumir la responsabilidad plena de nuestras vidas.
Si hay algún aspecto que quisiera destacar respecto a mi propia experiencia con la Gestalt hasta ahora, es el aumento exponencial de mi capacidad de conectar con mis sentimientos y sensaciones, lo que establece un diálogo íntimo y consciente con mis verdaderas necesidades y deseos. Y esto ha sido realmente revolucionario para mí. Me atrevería a decir que en nuestra sociedad esto es, en general, bastante revolucionario. Y también está siendo muy importante, acogedor y estimulante caminar en compañía. Desde aquí envío un abrazo muy fuerte a mis compañeras y compañeros de viaje gestáltico: ya sabéis lo que os quiero.
Otro hito importante de este año ha sido el descubrimiento de la Alta Sensibilidad. La lectura del libro El don de la sensibilidad de la doctora Elaine Aron ha causado un gran impacto en mí: me ha hecho releer mi historia de una forma nueva y poderme comprender y aceptar mucho más de lo que hasta ahora había conseguido. Antes de la lectura de este libro pensaba que —a pesar de considerarme una persona sensible— eso de ser PAS (Persona Altamente Sensible) era algo aplicado a un número muy reducido de personas, que en el fondo tenían algún problemilla… ¡Qué sorpresa descubrir que somos alrededor de un 20% de la población! Además, se han encontrado individuos con alta sensibilidad en otras especies en la misma proporción que en la nuestra y se habla de la posibilidad de que esta pauta siga una estrategia genética de adaptación al medio y de supervivencia de la propia especie.
En conclusión, que a pesar de los claros inconvenientes de ser altamente sensible en una sociedad tan poco considerada con la sensibilidad como la nuestra, esta condición tiene sus ventajas. Estas aparecen, sobretodo, si aprendemos a cuidarnos y a gestionar bien las características de este rasgo de la personalidad. Si tenéis curiosidad y/o pensáis que podéis ser PAS, os dejo un enlace de la web de Karina Zegers de Beijl donde podéis realizar este cuestionario y otro para saber qué es y qué no es la Alta Sensibilidad.
Consumo consciente
En mi búsqueda por vivir de una manera lo más acorde posible con mis valores de conciencia medioambiental y de respeto a todos los seres que pueblan el planeta, este año he ido añadiendo a mi día a día ciertos hábitos que han supuesto una importante reducción en mi consumo de plásticos desechables y de productos de un solo uso en general.
Una vez eliminado mi consumo de productos de origen animal —hace ya unos 4 años— comencé comprando a granel las más cosas que podía para evitar envases desechables, sobretodo plásticos. Este año me ha ayudado mucho el descubrimiento de tiendas como La Comanda a Granel, Vegetas (tofu, tempeh, your de soja…) o la ya citada Som Alimentació, que se han añadido a Ecorganic (dónde ya apenas compro) y Granel València (que ahora no me viene tan a mano).
Bien es cierto que ya no suelo ir a comprar al mercado ecológico de venta directa de Godella, porque ahora me cae más lejos y complicado de desplazarme hasta allí; pero no se puede tener todo, ahora compro mi fruta y verdura fresca en Som Alimentació, prácticamente de los mismos agricultores que también venden sus productos directamente a la cooperativa.
No sé donde colocar a mi Kombucha… ¿igual es porque requiere de una sección entera solo para él? Aunque se introdujo en mi vida ya en 2018, mi preparación casera de Kombucha ha dado un salto cuántico este año al descubrir la segunda fermentación. Cuando parecía que la novedad decaía y que la pereza hacía ya mella en el ánimo… llegaron las burbujas y el sabor a fruta 🙂 Gracias a You Brew Kombucha ahora el mundo de esta bebida fermentada llena de probióticos se ha vuelto apasionante y delicioso.
Escritura y creatividad
A pesar de publicar poco por aquí —como comentaba en la introducción— este año también ha sido el de la renovación de mi interés por la escritura, por comunicarme a través de las palabras; e incluso del descubrimiento de mi pasión por la declamación. A pesar de que prácticamente nada de lo escrito ha acabado por aquí —he publicado alguna cosa en mi cuenta personal de Facebook— sí que he escrito mucho más de lo habitual y me siento mucho más suelto y confiado.
También ha sido el año en que he descubierto a Elizabeth Gilbert y su libro Big Magic (Libera tu magia, en castellano) sobre la creatividad. Si no lo conocéis, podéis visionar una de sus charlas TED en la que expresa su inspiradora visión sobre la creatividad. A través de Liz encontré también a la ilustradora y escritora sobre creatividad Lisa Congdon, de la que he devorado varias entrevistas en formato podcast.
Podcast
Ah, el podcast… lo que comenzó hace ya un tiempo a introducirse poco a poco en mi día a día, se ha convertido en este 2019 en un medio importante de absorber información y estimular la reflexión. Una de las razones es simplemente porque me permite escuchar mientras cocino, quito el polvo o friego los platos o realizo cualquier tarea mecánica y rutinaria. Y también creo que este formato, ahora tan de moda —sobretodo en el mundo anglosajón—, está destinado a revolucionar nuestra forma de crear y comunicarnos.
A los podcast que ya seguía como The Minimalists Podcast, La vida minimal, Don Serifa… se le han añadido otros como Caminando por la vida radio, Un café con minimalistamente, El Podcast del Sendero, El DebsApp, Podcast El Topo y sobretodo Charlando con Mariana | El podcast de Animal de isla que solo tuvo unos pocos episodios y ahora está en standby, aunque confío en que Mariana Matija lo pueda recuperar pronto.
Respecto a la lista anterior de los más destacados podcast que escucho, siento la necesidad de aclarar que bastante de lo que escucho no tiene por qué concordar con mis opiniones, pero sí que es imprescindible que coincida con mi forma de abordar los temas y la vida, que me permita abrir mi mente sin que intenten embucharme ideas o actitudes así por que sí. Por eso suelo suscribirme a algunos podcast que encuentro reseñados por otros que escucho o en algún texto que leo. Y luego los dejo un tiempo antes de decidir si realmente me aportan algo o simplemente consumen mi tiempo; en cual caso los dejo ir por su camino y yo por el mío.
En todo caso, si he de destacar uno de entre todos, he de admitir que el mejor hallazgo de este año ha sido Gabinete de curiosidades de Nuria Pérez, un viaje a través de la curiosidad donde todo está conectado y relacionado con mimo y con rigor, pero sobretodo con emoción y cariño. Un proyecto que, además, se amplifica con una web repleta de material gráfico y visual referido en las historias entrelazadas de sus capítulos. Y además ha sido posible a través del apoyo de micromecenas. Para no perder nunca la curiosidad.
Música
¿Y qué hay de la música? Algunos grandes descubrimientos y redescubrimientos y otros quizás menores. En general he seguido revolviendo en el baúl de los recuerdos para extraer de nuevo a la superficie a REM, a Morphine, a Tom Waits o a la omnipresente Patti Smith y el multifacético Prince, entre otros.
Me he divertido mucho con la frivolidad y el hedonismo de la música de baile, antigua y moderna, moviendo el esqueleto sin complejos. También he bailado con la música más íntima, más emotiva, más intensa, dejando fluir las emociones por el cuerpo. Ah… bailar.
Entre los nuevos descubrimientos está IZA, Vetusta Morla —¡cómo pude pasarlos por alto todos estos años!—, la suavidad triste de Meshel Ndegeocello o tortuosa de Lhasa, un Bobby McFerrin apenas desvelado y Kate Tempest, entre la música y la poesía, la conjunción inseparable de palabras y sonidos.
En cuanto a la música en directo, que hace bastante tiempo no disfrutaba, apenas he vuelto a paladearla. Disfruté mucho con el festival Mar i Jazz, su variedad y ambiente familiar y festivo; espero poder volver este año. Por otro lado, ha sido frustrante perderme las actuaciones de Loreena McKennitt y Bobby McFerrin que este verano visitaron València, pero el año que viene me aguardan Jorge Drexler, IZAL y quien sabe que más.
Lectura
Lo más destacado de este año al respecto de la lectura ha sido que he retomado la ficción en los últimos meses del año. Apenas he leído 4 ó 5 novelas, pero estoy contento de haber reducido el tiempo que paso viendo series o leyendo textos cortos en pantalla para dedicárselo a una lectura más inmersiva. No es que no leyera antes, pero la mayoría de libros eran sobre desarrollo personal, tipografía o cualquier materia que me interesase, y no historias, invenciones narrativas. Hay algo que me proporciona este tipo de lectura —¿evasión, estímulo de la imaginación, desconexión de la parte más racional de mi cerebro?— que no lo obtengo de la lectura de no ficción o de las series y películas de ficción.
Destacaría La soledad era esto de Juan José Millás de entre mis lecturas de este pasado año. Por su sensibilidad y capacidad de describir y relatar procesos muy íntimos y subjetivos de los personajes. Conocía desde hacía tiempo al autor, escuchaba hace años sus intervenciones en el programa radiofónico La Ventana o sus columnas en El País, pero nunca había leído su obra de ficción y me alegro de haberla descubierto… ya tengo otra novela suya esperando.
Respecto a la lectura de no ficción lo más remarcable han sido los ya citados arriba El don de la sensibilidad y Libera tu magia junto con El método Bullet Journal de Ryder Carrol, que ha conseguido que comience a utilizar este interesante y práctico (para mí, claro) sistema de organización, que llevo practicando desde junio y que poco a poco voy adaptando a mi estructura mental y modo de vida.
Colofón
Espero que este texto —que a mí me ha servido de recapitulación— te haya resultado ameno o incluso interesante por una u otra razón, tú sabrás. Y te deseo lo mejor para este año que comienza.
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Nota: Este texto fue publicado a pocos minutos de acabar 2019 aunque posteriormente ha sido editado y ampliado y vuelto a publicar el 8 de enero de 2020.